Ascensión al Mulhacén en verano: Encontrarte donde te pierdes


Dirección al Mulhacén por el sendero que nos lleva hacia Trevélez

La montaña nos enseña a sentir. La montaña nos apacigua. Cuando nuestro cuerpo quiere reventar de odio o de dolor, la montaña siempre nos amaina ese enfado. La montaña es respetuosa. Siempre está ahí. Nunca se marcha, pase lo que pase. La montaña es lo que resta mientras nosotros vivimos, mientras buscamos sueños que se marchitarán o intentamos superar escollos de nuestra existencia que surgirán irremediablemente.

            Pero ante todo la montaña es dura. Es dura por su cantidad de piedras, de tierra mojada, o sin mojar, por su sacrificio. La montaña no es para personas que no miren por encima de su significado, sino para aquellos que comprendan la fuerza que destila. Porque por este lugar pasaron nuestros antepasados, nuestros compañeros de vida que nos regalaron todo lo que hoy tenemos.

            El Mulhacén es una de esas montañas que nos da la vida, pero que también puede complicárnosla. Ese punto que se encuentra en lo más alto de Sierra Nevada es la joya de la corona de las sierras españolas. Con su manto recorre toda la geografía andaluza, dejando unas vistas completamente inolvidables para todo aquel que llegue a su cima. Si llega.




            Si uno tiene la inmensa suerte, y la preparación previa adecuada, podrá descubrir una nueva manera de concebir el mundo, es decir, por encima de los 3000 metros. Personalmente, jamás había alcanzado esta altura. Es más, ni siquiera había estado sobre los 2000. El Mal Agudo de Montaña podría haberme alcanzado en cualquier momento, pero no lo hizo. No lo hizo porque la montaña es consecuente, y a las personas que practicamos deporte casi a diario nos permite que experimentemos en ella.

            Eso sí, puede que a la subida me dejase las piernas en un estado de perfección completa, pero a la bajada hizo de las suyas. Llegar hasta Poqueira fue una travesía, casi como la de la Odisea de Odiseo que mereció la pena plenamente, porque un paisaje como tal no puede ser visto en ningún otro lugar del planeta.

            Quizá levantarse a las 5 y media de la mañana tenga un significado distinto para cada persona. Algunos lo hacen para ir a trabajar, otros para pescar, para correr, para comprar, pero los que estamos perdidos lo hacemos para encontrarnos. Qué casualidad que la montaña siempre sea la que nos ayude. Donde más puedes perderte, resulta que te encuentras.

Gracias montaña, gracias Mulhacén.

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