Ascensión al Mulhacén en verano: Encontrarte donde te pierdes

Dirección al Mulhacén por el sendero que nos lleva hacia Trevélez La montaña nos enseña a sentir. La montaña nos apacigua. Cuando nuestro cuerpo quiere reventar de odio o de dolor, la montaña siempre nos amaina ese enfado. La montaña es respetuosa. Siempre está ahí. Nunca se marcha, pase lo que pase. La montaña es lo que resta mientras nosotros vivimos, mientras buscamos sueños que se marchitarán o intentamos superar escollos de nuestra existencia que surgirán irremediablemente. Pero ante todo la montaña es dura. Es dura por su cantidad de piedras, de tierra mojada, o sin mojar, por su sacrificio. La montaña no es para personas que no miren por encima de su significado, sino para aquellos que comprendan la fuerza que destila. Porque por este lugar pasaron nuestros antepasados, nuestros compañeros de vida que nos regalaron todo lo que hoy tenemos. ...