Jarapalos: Respeto a la montaña, respeto a la tormenta
Mis preparativos para salir a correr que dejé listos la noche anterior. Domingo, 7:16 de la mañana. Sol reluciente en nuestro cerebro. Oscuridad inabarcable en el exterior. El cielo está cubierto, caen las primeras gotas. Anoche, al dormir, pensamos que podríamos salir, que sería un gran día de carrera de montaña, que nada ocurriría. La previsión no engañaba, pero creímos que con nuestro empeño podría hacerlo. Abrimos la persiana. Las gotas caen una detrás de otras, teniendo prisa por fusionarse en los cristales de nuestra habitación. Volvemos a la cama y pensamos: ''Lo más sensato es quedarse''. La pasada semana defendía otro estilo de vida, defendía el ser valiente , el salir y correr una serie de riesgos que, si no todo iba como suele ir, podrían causarnos serios problemas. Lo defendía porque lo creía con total seguridad, ya que, al volver de una travesía de 28 kilómetros con un poco de tormenta y lluvias durante un período de más de dos horas, estaba san